(marzo de 1976)
"José Fernando Penelón viajó a Rusia en dos oportunidades; entre los años 1922 y 1924. En sus escritos de viaje –inéditos- figura una página de recuerdos sobre Lenin, el líder de la Revolución Rusa , a quien conoció durante las deliberaciones del IV Congreso de la Internacional Comunista , realizada en Moscú, el 17 de noviembre de 1922. Penelón participaba en la reunión como delegado del Partido Comunista de la Argentina y relata los pormenores de las deliberaciones. De esos recuerdos extraemos la parte referida al discurso que pronunció Lenin en una de las sesiones del Congreso."
Penelón escribió: "La sesión del Congreso va a comenzar. No falta ningún delegado. Todos los miembros del Presidium (presidencia del Congreso) están en su puesto. El público que asiste a la reunión es más numeroso que de costumbre.
Un momento después, Lenin penetra en la sala. Es una de sus pocas apariciones en público después de su larga enfermedad; será su penúltimo gran discurso el que vamos a oír.
Los delegados y la barra aplauden con entusiasmo, mientras en todas las lenguas surgen vivas a Lenin y a la Revolución Rusa. Estamos en presencia del más grande de los genios, del artífice que más ha trabajado para devolver a los obreros y campesinos rusos esos palacios, esas tierras que otrora fueron de la nobleza, de la burguesía, de los ricos...No hay ni tiempo de analizar la impresión que produce Lenin sobre nuestro ánimo. Ya está en la tribuna y somos "todo oídos" para escuchar las palabras del maestro.
Lenin nos ha de hablar sobre la Nueva Política Económica. Desde sus primeras palabras nos sentimos profundamente atraídos por el orador. Comienza recordándonos algo que había escrito en 1918: "en relación a la política económica actual de la República Soviética , es decir en relación a la situación económica de 1918, el capitalismo de Estado constituye un progreso".
"Esto puede parecer extraño –continúa Lenin-, quizás hasta insensato, puesto que nuestra República era una República Socialista, que adoptábamos cada día y tan rápidamente como nos era posible, -probablemente hasta con demasiado apresuramiento- toda clase de medidas económicas que no podían ser consideradas sino como medidas socialistas; y, sin embargo, yo consideraba que el capitalismo de Estado constituía, en relación con la situación económica de la República en esa época, un paso adelante y apoyaba esta opinión por la simple enumeración de los diversos elementos de nuestra estructura económica."
Con la claridad que ponía en sus razonamientos, Lenin nos explicaba su opinión. ¡Qué firmeza me llevaba a mi ánimo y al de mi compañero de delegación, el camarada Juan Greco, esta opinión de Lenin que venía a justificar plenamente nuestra opinión sobre la NEP (Nueva Política Económica) a la que considerábamos objetivamente, tomando en cuenta la base económica de Rusia, como un paso adelante en el camino de la Revolución Social.
Lenin nos explicaba rápidamente la situación de Rusia en 1921, cuando la revuelta de Kronstad, y el descontento de las masas campesinas agobiadas bajo el régimen del comunismo de guerra. Hasta tanto la lucha armada de la reacción puso en peligro las tierras de los campesinos, estos apoyaron decididamente al régimen soviético en su lucha armada. Los campesinos comprendían muy bien que tras de los generales contrarrevolucionarios estaban los latifundistas, los propietarios de la tierra, cuyo triunfo significaría perder las tierras que la revolución les había entregado. Por eso luchaban con ardor a favor de los rojos.
Pasado el peligro, la situación cambiaba. Las masas campesinas, esencialmente pequeño-burguesas, instintivamente y por su estado de espíritu, más que conscientemente, se volvían contra el gobierno soviético. "La causa -decía Lenin- residía en que durante nuestro avance económico hemos ido demasiado lejos, sin haber asegurado nuestras bases; las masas sentían lo que más tarde –pocas semanas después- hemos reconocido: que el pasaje directo a una forma económica puramente socialista, a la distribución exclusivamente socialista de las riquezas, era superior a nuestras fuerzas. Si no estábamos en condiciones de efectuar una retirada estratégica y limitarnos a tareas más sencillas, estábamos perdidos."
Agregaba Lenin, después de explicar que la Nueva Política Económica tendía a reestablecer la vinculación necesaria entre el estado proletario y las masas campesinas y hasta obreras, para salvar la revolución: "¿Esta posición de retirada nos ha sido útil, nos ha realmente
salvado o bien el resultado no es aún decisivo?" Lenin explicaba la situación de Rusia, señalaba la tendencia a la estabilización del rublo, que en 1922 había durado cinco meses, contra tres del año anterior, indicaba el progreso de las masas campesinas y de los obreros de Moscú y Petrogrado. Y agregaba estas palabras que pueden ser consideradas como la esencia de la táctica revolucionaria: "En esas dos capitales también los obreros estaban descontentos en la primavera de 1921. No es el caso actual, y no nos equivocamos nosotros, porque observamos diariamente la situación y el estado de espíritu de las masas obreras".
Después Lenin se detuvo en analizar los progresos de la agricultura, de la pequeña industria, señalando la diferencia entre el capitalismo de Estado existente en Rusia y el de otros países: "no responde a la definición ordinaria –decía- es de una naturaleza especial". Se refirió luego a las sociedades mixtas "que nos enseñan a comerciar, lo que nos hace mucha falta, y a las que podemos, en el momento que lo juzguemos oportuno, disolver, por lo que no nos arriesgamos en ningún caso".
"No hay ninguna duda –decía Lenin- que hemos cometido una enorme cantidad de errores y que los cometeremos todavía. Nadie sabría juzgarlos mejor y más directamente que yo. Pero si cometemos errores, nuestros enemigos los cometen más grandes. Eso no es difícil probarlo. Tomemos el acuerdo concluido con Kolchak por Norteamérica, Inglaterra, Francia y Japón. Prometieron a Kolchak ayudarlo sin comprender que iban a un fracaso; yo no puedo comprender el error de esos Estados y de sus gobernantes. He aquí otro ejemplo: el Tratado de Versailles. ¿Cómo podrán encontrar esas "gloriosas potencias" una salida a esta falta de sentido común que es ese Tratado? No creo exagerar al decir que nuestros errores no son nada frente al de los capitalistas del mundo entero, a los que cometen los Estados burgueses y la II Internacional , todos juntos"
Continúa diciendo Lenin: "Por eso creo que las perspectivas de la revolución mundial son buenas, y, en ciertas condiciones –estoy seguro-, serán mejores".
Respecto de esas condiciones, Lenin dice que él III Congreso de la Internacional Comunista había adoptado una resolución sobre la estructura, el método y el contenido de la acción de los partidos comunistas. Pero la resolución no ha sido aplicada por los partidos comunistas. "La tarea más importante para todos los partidos –expresa Lenin- consiste en comprender y aplicar lo que hemos escrito sobre la estructura de los partidos comunistas y que éstos han leído y firmado sin haber comprendido. He aquí su gran tarea. Debemos decir no solamente para los rusos, sino también para los extranjeros, que lo esencial en el período que comienza, es aprender. Nosotros aprendemos en el sentido general de la palabra; ellos deben aprender en el sentido especial: comprender la organización, la estructura, el método, el contenido de la acción revolucionaria. Si lo hacen, estoy persuadido que las perspectivas de la revolución mundial serán no solamente buenas, sino excelentes".
Con estas palabras Lenin termina su disertación. Prolongados aplausos y vivas a Lenin, que se retira visiblemente fatigado, saludan el final de su discurso. El maestro, con su lógica de hierro, nos ha demostrado toda la importancia que juega en la revolución rusa el Partido Comunista y la que han de jugar en la revolución mundial los partidos comunistas de los demás países.
Clara Zetkin –la valerosa luchadora alemana- sigue a Lenin en el uso de la palabra. Es correlatora con Trotsky y Bela-Kun sobre este asunto. Poco después Clara interrumpe su discurso y la sesión se levanta.
La impresión de los delegados será, sin duda, inolvidable. Lenin nos ha dicho bien claramente que el problema de la Revolución es, en ciertas circunstancias, el problema de la organización del Partido Comunista. Que el Partido Comunista debe saber unir a las masas obreras y campesinas para hacer la revolución. Que su método no ha sido otro que el de comprender las necesidades de las masas e impulsarlas a la acción. Que el triunfo de la Revolución Rusa ha dependido de la capacidad del Partido Comunista para comprender a las masas campesinas y obreras. Que la NEP (Nueva Política Económica) ha salvado a la revolución de Noviembre, permitiendo que bajo la dirección del Estado proletario, prosiga el proceso de transformación económica de la Rusia actual en una verdadera economía socialista.
Poco después, el público y los delegados van saliendo del Gran Palacio del Kremlin. El río helado y la nieve que cubre las calles no nos llama ya la atención. El frío inmenso no se siente. Estamos bajo la impresión honda, inolvidable, de lo que nos ha dicho el maestro. Y pensamos que tiene razón. Las masas obreras y campesinas que se sienten sartisfechas, que ven mejorar su existencia, que gozan de placeres prohibidos bajo el imperio del zar, constituyen la fuerza invencible que no logrará volver a la esclavitud, al capitalismo internacional. Sobre todo nos vienen a la memoria estas palabras de Lenin, al referirse a la estabilización del rublo: "No es un análisis teórico cualquiera sino que se basa en la práctica, y ésta es mucho más importante que todas las discusiones teóricas del mundo".
Para la revolución rusa es mucho más importante que el obrero y el campesino sientan suyos los palacios de la antigua nobleza, las tierras de los terratenientes, las grandes fábricas de los capitalistas, las universidades, los teatros, que toda la propaganda que pueda hacer la prensa burguesa extranjera con sus mentiras interesadas, que la misma fuerza de las armas de la burguesía, como lo han demostrado las repetidas derrotas de los contrarrevolucionarios.
JOSE FERNANDO PENELON
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